13-11-2018
Amar es un arte, según de Erich Fromm. Fromm lo que nos explica es que lo importante no es tanto ser amado como amar, y no solo a tu pareja. Nos habla del amor fraternal, de amor materno, erótico, hacia uno mismo, incluso del amor a Dios.
El arte de amar es un libro escrito por el sociólogo, psicólogo, y filósofo alemán Erich Fromm. El libro fue publicado por primera vez en español en el año 1959. El libro trata sobre el pensamiento sociológico y psicológico del amor desde la perspectiva de Fromm.
El amor, deseo profundísimo del ser humano, anhelo, motivación, ansia, emoción capaz de impulsar la conducta, los sentimientos y los pensamientos de los hombres, del que creen saber los amantes y al que quieren conocer los filósofos y los poetas, los unos con la razón y los otros con la intuición, constituye un elemento fundamental en la obra de Erich Fromm.
Erich Fromm aborda el amor desde un punto de vista psicoanalítico, antropológico, sociólogo y existencial, como una expresión de la necesidad de relación del ser humano, diferenciando las formas inmaduras del amor productivo, el único que en propiedad merece ser llamado amor. El presente artículo muestra algunas ideas del autor al respecto.
Algunos aspectos del amor en nuestra sociedad contemporánea
Todos los intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que se procure del modo más activo desarrollar la personalidad total humana de forma que se alcance una orientación productiva. La satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin la capacidad de amar al prójimo, sin humildad, coraje, fe, disciplina… En una cultura en la cual estas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar.
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia; en realidad, todos están sedientos de amor. Y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Para la mayoría de las personas el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame, cómo ser “dignos de amor”.
Así, para lograrlo, unos elegirán el éxito: “ser tan ricos y poderosos como lo permita el margen social de la propia posición”; y otros, particularmente las mujeres, utilizarán el método de la atracción por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Pero, en realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a “digno de ser amado” es una mezcla de popularidad y sex-appeal.
También se piensa que el amor es un objeto y no una facultad. La gente cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o ser amado por él. Tal actitud tiene varias causas arraigadas en el desarrollo de la sociedad moderna. Una de ellas es la más profunda transformación producida en el siglo XIX respecto a la elección del “objeto amoroso”. En la era victoriana, así como en muchas culturas tradicionales, el amor no era generalmente una experiencia personal espontánea que pudiera llevar al matrimonio, sino a la inversa: el matrimonio se contrataba mediante convenio entre familias y se esperaba que el amor surgiera después.
Por otra parte, nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. Parece que buena parte de la felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar los escaparates de los comercios y adquirir todo lo que pueda, al contado o a plazos. El ser humano actual considera a las personas con la misma visión mercantil: una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quieren conseguir. “Atractivo” significaría aquí poseer un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales “hay demanda en el mercado de la personalidad”. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente.
De cualquier manera, la sensación de enamorarse en este tipo de sociedad se desarrolla con respecto a las mercancías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Así, dos personas se enamoran cuando han encontrado el “menor objeto disponible en el mercado”. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay, en realidad, motivos para sorprenderse de que las relaciones humanas amorosas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
Hay otro error que lleva a suponer que no hay que aprender sobre el amor, y es la confusión que existe entre la experiencia de enamorarse y la situación permanente de “estar enamorado”. Si dos personas, desconocida la una para la otra, dejan caer de pronto las barreras que las separan, sobre todo si han sufrido experiencias previas de soledad y de aislamiento, se sienten cercanas, se sienten “uno”; y esa vivencia es una de las más estimulantes y excitantes de la vida.
Sin embargo, este tipo de amor es, por su propia naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto. En realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos el uno por el otro” como una prueba de la intensidad de su amor, cuando solo muestra el grado de su soledad anterior.
Pero ¿cómo estudiar el significado del amor? En primer lugar, hay que tomar conciencia de que el amor es un arte, y que debe aprenderse igual que la pintura, la música o la literatura. Como ellas, el amor tiene una teoría y una práctica.
Erich Fromm.
Amar es un arte, según de Erich Fromm. Fromm lo que nos explica es que lo importante no es tanto ser amado como amar, y no solo a tu pareja. Nos habla del amor fraternal, de amor materno, erótico, hacia uno mismo, incluso del amor a Dios.
El arte de amar es un libro escrito por el sociólogo, psicólogo, y filósofo alemán Erich Fromm. El libro fue publicado por primera vez en español en el año 1959. El libro trata sobre el pensamiento sociológico y psicológico del amor desde la perspectiva de Fromm.
El amor, deseo profundísimo del ser humano, anhelo, motivación, ansia, emoción capaz de impulsar la conducta, los sentimientos y los pensamientos de los hombres, del que creen saber los amantes y al que quieren conocer los filósofos y los poetas, los unos con la razón y los otros con la intuición, constituye un elemento fundamental en la obra de Erich Fromm.
Erich Fromm aborda el amor desde un punto de vista psicoanalítico, antropológico, sociólogo y existencial, como una expresión de la necesidad de relación del ser humano, diferenciando las formas inmaduras del amor productivo, el único que en propiedad merece ser llamado amor. El presente artículo muestra algunas ideas del autor al respecto.
Algunos aspectos del amor en nuestra sociedad contemporánea
Todos los intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que se procure del modo más activo desarrollar la personalidad total humana de forma que se alcance una orientación productiva. La satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin la capacidad de amar al prójimo, sin humildad, coraje, fe, disciplina… En una cultura en la cual estas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar.
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia; en realidad, todos están sedientos de amor. Y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Para la mayoría de las personas el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame, cómo ser “dignos de amor”.
Así, para lograrlo, unos elegirán el éxito: “ser tan ricos y poderosos como lo permita el margen social de la propia posición”; y otros, particularmente las mujeres, utilizarán el método de la atracción por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Pero, en realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a “digno de ser amado” es una mezcla de popularidad y sex-appeal.
También se piensa que el amor es un objeto y no una facultad. La gente cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o ser amado por él. Tal actitud tiene varias causas arraigadas en el desarrollo de la sociedad moderna. Una de ellas es la más profunda transformación producida en el siglo XIX respecto a la elección del “objeto amoroso”. En la era victoriana, así como en muchas culturas tradicionales, el amor no era generalmente una experiencia personal espontánea que pudiera llevar al matrimonio, sino a la inversa: el matrimonio se contrataba mediante convenio entre familias y se esperaba que el amor surgiera después.
Por otra parte, nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. Parece que buena parte de la felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar los escaparates de los comercios y adquirir todo lo que pueda, al contado o a plazos. El ser humano actual considera a las personas con la misma visión mercantil: una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quieren conseguir. “Atractivo” significaría aquí poseer un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales “hay demanda en el mercado de la personalidad”. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente.
De cualquier manera, la sensación de enamorarse en este tipo de sociedad se desarrolla con respecto a las mercancías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Así, dos personas se enamoran cuando han encontrado el “menor objeto disponible en el mercado”. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay, en realidad, motivos para sorprenderse de que las relaciones humanas amorosas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
Hay otro error que lleva a suponer que no hay que aprender sobre el amor, y es la confusión que existe entre la experiencia de enamorarse y la situación permanente de “estar enamorado”. Si dos personas, desconocida la una para la otra, dejan caer de pronto las barreras que las separan, sobre todo si han sufrido experiencias previas de soledad y de aislamiento, se sienten cercanas, se sienten “uno”; y esa vivencia es una de las más estimulantes y excitantes de la vida.
Sin embargo, este tipo de amor es, por su propia naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto. En realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos el uno por el otro” como una prueba de la intensidad de su amor, cuando solo muestra el grado de su soledad anterior.
Pero ¿cómo estudiar el significado del amor? En primer lugar, hay que tomar conciencia de que el amor es un arte, y que debe aprenderse igual que la pintura, la música o la literatura. Como ellas, el amor tiene una teoría y una práctica.
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